8.2.09

SIMPLE
(Sobre la fragilidad de las personas.)

El ring del teléfono le perforó el sueño a Claudio. Con un movimiento lo más amplio posible y certero al fin, agarró el inalámbrico del suelo. Todavía con los ojos entrecerrados, oyó a alguien llorando del otro lado...

- Hola...

- Hola, Claudio...

- ¡Alejandra!, hola, ¿qué pasó?, ¿estás bien?

- No. Me pasó algo terrible -sollozaba con cansancio ya-. Hago todo mal.

- Hey, no, esperá... ¿pero qué pasa?

- Estuve toda la mañana cocinando un guiso, con un montón de ingredientes, laburé un montón, y recién se me salió la tapita del pimentero ¡y tiré todo el frasco adentro, está incomible! -recomenzando un llanto fuerte-.

- No, no, chiquita, esperá, seguro se puede arreglar, no llores, no pasa nada...

- Ya lo probé, le puse...

- Hagamos así: yo recién me despierto, pero me baño y en un rato salgo para allá, ¿querés? y te ayudo con eso. Después podemos hacer algo, ¿sí?

- Sí, dale. Gracias, Clau.

- No, bobina, dale, te veo en un rato.